MINISTERIO FEMENINO
11 octubre
2016 · Victor Codina · in Género, Iglesia, Teología
Victor Codina. Las mujeres, no solo las feministas, se preguntan por qué en la Iglesia
católica las mujeres no forman parte de la jerarquía (diaconado, presbiterado,
episcopado), cuando en la Iglesia Luterana y en la Iglesia Anglicana hay
pastoras ordenadas y obispas.
El argumento que se suele dar en contra del ministerio
femenino es que Jesús eligió 12 apóstoles varones. En este sentido tanto Pablo
VI como Juan Pablo II cerraron la puerta al ministerio femenino en la Iglesia
católica.
Pero estas decisiones papales no son infalibles y los
argumentos que aducen son más sociológicos y anatómicos que teológicos. El
patriarcalismo dominante en Israel impedía que Jesús hubiera nombrado a mujeres
entre los 12 apóstoles que representaban a las 12 tribus de Israel. Por otra parte Jesús no quiso establecer una nueva sociedad religiosa sino
inspirar un camino evangélico que con el tiempo se tenía que estructurar a la
luz del Espíritu. Además, Jesús, en contra de la
costumbre de su tiempo, habla con mujeres, las sana y perdona y las admite en
su grupo de discípulos. Jesús resucitado se aparece a las
mujeres antes que a los apóstoles y María
Magdalena es considerada la apóstol de los
apóstoles. En Pentecostés el Espíritu desciende sobre hombres y mujeres.
En las comunidades fundadas por Pablo aparecen mujeres
en cargos importantes de gobierno: Febe, Junia, Prisca, María, Trifena,
Trifonia, Pérside, etc. Teológicamente hablando tanto el varón como la mujer son
imagen de Dios.
Lo que sucedió es que las estructuras patriarcales
greco-romanas, los prejuicios acerca de la inferioridad de las mujeres,
el ansia de poder patriarcal… excluyeron
a las mujeres de los ministerios. Las razones de tal exclusión son
sociológicas, no teológicas y nacen de una lectura literalista y
fundamentalista de la Escritura y del ansia de poder.
El 12 de mayo último, en una reunión del Papa
Francisco con la Unión de Superioras Generales, una de ellas preguntó qué impide que la Iglesia ordene diaconisas como sucedió en la
Iglesia primitiva, puesto que las mujeres trabajan en la Iglesia, enseñan, acompañan a
enfermos y pobres, presiden la liturgia en ausencia del sacerdote… El Papa ante
este cuestionamiento ha nombrado una comisión de expertos y expertas para
estudiar el diaconado femenino y su presencia en la Iglesia primitiva.
Se abre pues una puerta al ministerio femenino, una
puerta que hasta ahora parecía definitivamente cerrada. Confiamos que esta apertura pueda conducir a los demás ministerios
femeninos en la Iglesia. Esto nos daría una imagen de Iglesia
jerárquica menos hierática y poderosa, más humana y tierna, más alegre y
sencilla, más cercana al pueblo y a los pobres.
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